LA CRUCIFIXIÓN
Autor.- En la actualidad se desconoce el autor de esta pintura, atribuyéndose a un Maestro de la Sala Capitula de Pomposa, del que se desconoce el nombre y que pudo trabajar en este lugar.
Fecha de ejecución.- Como ocurre con el autor, en la actualidad se desconoce la fecha exacta en la que fue realizada esta obra, pudiéndose datar como una obra pintada hacía el año 1320
Técnica.- Temple y oro sobre tabla.
Medida.- 29 x 20,5 cm.
Lugar donde se encuentra.- Museo Nacional Thyssen Bornmisza
Localidad.- Madrid.
País.- España.
TEXTO DEL EVANGELIO
Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
Y, dicho esto, expiró.
Lucas 23, 44 - 46
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE SAN JUAN XXIII
Vita et mors duello conflixere mirando (Misal Romano, Secuencia de la Misa de Pascua): vida y muerte representan los dos puntos preciosos y orientadores del sacrificio de Cristo; desde la sonrisa de Belén que quiere abrirse a todos los hijos de los hombres en su primera aparición en la tierra, hasta el suspiro final que recoge todos los dolores para santificarlos, todos los pecados para borrarlos. Y María está junto a la cruz, como estaba junto al Niño de Belén. Recemos a esta piadosa Madre a fin de que ella misma ruegue por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte.
Aquí está alumbrado también el gran misterio de aquellos que no sabrán nunca –qué inmensa tristeza– de la Sangre que el Hijo de Dios derramó también por ellos; el misterio de los pecadores obstinados, de los incrédulos, de aquellos que recibieron y reciben, y luego la rechazan, la luz del Evangelio. Y la oración se dilata en un ansia de justa reparación, en un horizonte de amplitud misionera porque la Sangre Preciosísima, derramada por todos los hombres, proporcione a todos la salvación y la conversión: la sangre de Cristo, prenda de vida eterna.
ORACIÓN FINAL DEL MISTERIO
Señor Jesús,
que has muerto en la cruz por nosotros,
acoge nuestra vida
que se une a la tuya
como una ofrenda perenne y definitiva.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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