CRISTO ATADO A LA COLUMNA
Autor.- Esta obra fue realizada por Cornelis Schut.
Fecha de ejecución.- En la actualidad se desconoce la fecha exacta en la que Cornelis Schut realiza esta obra, pudiéndose datar como una obra realizada hacía el año 1665.
Técnica.- Óleo sobre lienzo.
Medida.- 41,5 x 27,20 cm
Lugar donde se encuentra.- Museo Provincial de Lugo.
Localidad.- Lugo.
País.- España.
TEXTO DEL EVANGELIO
Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
«¡Salve, rey de los judíos!».
Y le daban bofetadas.
Juan 19, 2 - 3
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE SAN JUAN PABLO II
La flagellatio romana, que realizaban algunos soldados provistos del flagellum o del flagrum ―tiras de cuero que llevaban al extremo unos nudos o cuerpos contundentes―, era el suplicio reservado a los esclavos y a los condenados a muerte. Sus efectos eran terribles: con frecuencia el que la sufría quedaba exánime bajo los golpes. Jesús no quiso ahorrarse ni siquiera este atroz sufrimiento: lo afrontó por nosotros. Al meditar este segundo misterio doloroso del rosario, nos sentimos invitados a hacernos discípulos de Jesús sufriente. Él rezó por nosotros incluso con su propio cuerpo, sometiéndolo a sufrimientos indecibles, adhiriéndose así al designio del Padre. Hizo don de Sí mismo al Padre y a los hombres, manifestándonos a todos la insondable miseria humana y la extraordinaria posibilidad de renovación y de salvación, que en Él se nos ha dado. A ejemplo de Jesús, también nosotros hemos de rezar con nuestro cuerpo. Esas opciones nuestras que implican comportamientos comprometidos y difíciles ―como la castidad según el estado de vida, el servicio de asistencia a los hermanos, y cualquier otra actividad físicamente fatigosa―, se convierten en oración y sacrificio que ofrecer a Dios en unión redentora con los "sufrimientos de Cristo" (Col 1, 24). Acojamos, pues, la "flagelación" que nos hace experimentar cada día la sobriedad personal y el ejercicio de la caridad cristiana. Ella es fruto y don del misterio doloroso de Jesús, que nos estimula, nos compromete, nos transforma interiormente.
SAN JUAN PABLO II. Angelus 19 de febrero de 1989. Plaza de San Pedro del Vaticano. Roma.
ORACIÓN FINAL DEL MISTERIO
Jesús; eres tú quien sigues reuniendo
y santificando todos los sufrimientos:
los de los enfermos, los de quienes mueren
llenos de penalidades, l
os de todos los discriminados;
pero los sufrimientos que destacan
por encima de todos son los que se sufren por tu nombre.
Por los sufrimientos de los mártires,
bendice a tu Iglesia; que su sangre sea semilla de nuevos cristianos.
Creemos firmemente que sus sufrimientos,
aunque en un principio puedan parecer una derrota completa,
traerán la verdadera victoria a tu Iglesia.
Señor, otorga la perseverancia a nuestros hermanos perseguidos.
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