LA VISITACIÓN
Autor.- Jacob o Hans Strüb.
Fecha de ejecución.- En la actualidad se desconoce la fecha exacta en la que fue realizada esta obra, datándose como una obra realizada hacía el año 1505
Técnica.- Óleo sobre tabla.
Medida.- 80 x 54,7 cm.
Lugar donde se encuentra.- Museo Nacional Thyssen - Bornemisza.
Localidad.- Madrid.
País.- España.
TEXTO DEL EVANGELIO
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
Lucas 1, 39 - 56
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE SAN JUAN XXIII
Qué suavidad y qué gracia en aquella visita de tres meses de María a su querida prima. La una y la otra depositarias de una maternidad inminente; para la Virgen Madre la más sagrada maternidad que pueda imaginarse sobre la tierra. Qué dulzura de armonía en aquellos dos cantos que se entrelazan: "Bendita tu eres entre las mujeres" (Lucas 1, 42), de una parte; y de otra: "El Señor ha mirado la humildad de su esclava; todas las generaciones me llamarán bienaventurada" (Lucas 1, 48).
Esta visión de Ain-Karim, sobre la colina del Hebrón, ilumina de luz celestial y humanísima, a la vez, las relaciones de las familias buenas, educadas en la escuela antigua del Rosario rezado todas las tardes en casa, en la intimidad y en todos los puntos de la tierra, donde «sufre, combate y reza» (A. Manzoni, La Pentecoste, v. 6) alguno de nosotros, llamado por una alta inspiración, o el sacerdocio, o la caridad misionera, o un sueño de apostolado que se cumple; o llamados también por motivos legítimos de diversas naturalezas, trabajo, comercio, servicio militar, estudio, enseñanza o cualquier otra razón. Qué hermoso conjuntarse durante las diez Ave Marías de este misterio donde tantas almas unidas por razón de sangre, por vínculos domésticos, por todo aquello que santifica y estrecha los sentimientos de amor entre las personas más queridas, padres e hijos, hermanos y parientes, convecinos o pertenecientes a un mismo pueblo en acto de reflejar, de iluminar, un sentimiento de caridad universal; cuyo ejercicio es alegría y honor de la vida.
ORACIÓN FINAL DEL MISTERIO
Dios todopoderoso, tú que inspiraste a la Virgen María,
cuando llevaba ya en su seno a tu Hijo,
el deseo de visitar a su prima Isabel,
concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu,
podamos, con María, cantar tus maravillas
durante toda nuestra vida.