LA ASCENSIÓN
Autor.- Esta obra salió de los pinceles de Juan de Flandes.
Fecha de ejecución.- Juan de Flandes realiza esta obra entre el año 1514 y el año 1519
Técnica.- Oleo sobre madera.
Medida.- 110 x 84 cm.
Lugar donde se encuentra.- Museo Nacional del Prado.
Localidad.- Madrid.
País.- España.
TEXTO DEL LIBRO DE LOS APÓSTOLES
Entonces se volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos. Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Hechos 1, 12 - 14. 2, 1 - 4
MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE SAN JUAN XXIII
En este cuadro contemplamos la consumación de las promesas de Jesús. Es su respuesta a nuestro anhelo del cielo; y el retorno definitivo al Padre, de quien procede y vino al mundo, es seguridad para todos nosotros a quienes ha prometido un puesto allá arriba: vado parare vobis locum (Juan 14, 2).
Este misterio se ofrece ante todo como luz y advertencia para las almas en orden a la vocación de cada uno. Está bosquejando el movimiento espiritual que llega a la santificación, el anhelo de continuas ascensiones que preparan el alma a la «medida de la plenitud de Cristo» (Ef 4, 13); en tal esfuerzo de perfección están comprendidos los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, misioneros y misioneras, seglares distinguidísimos, almas que quieren ser buen perfume de Cristo (cf. 2Cor 2, 15) y viven ya en una transmisión de vida celestial.
La enseñanza de esta decena es una exhortación a no dejarse distraer por aquello que apesadumbra, sino abandonarse a la voluntad del Señor que nos conduce en alto. Los brazos de Jesús, en la hora de su regreso al padre, ascendiendo al cielo, se abren en un gesto de bendición sobre los primeros apóstoles, sobre todos los que, tras sus huellas, siguen creyendo en él, y tienen en su corazón un plácida y serena seguridad del encuentro último con él y con todos los salvados, en la felicidad eterna.
ORACIÓN FINAL DEL MISTERIO
Concédenos, Dios todopoderoso,
exultar de gozo y darte gracias
en esta liturgia de alabanza,
porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo,
es ya nuestra victoria,
y donde nos ha precedido él,
que es nuestra cabeza,
esperamos llegar también nosotros,
como miembros de su cuerpo.
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